Somos Pizzi y Cato y hemos ayudado a escribir un libro muy chulo y musical, para niños a partir de 7 años: se titula "LAS CUERDAS"

En el libro, Contrabajo, Chelo, Viola y Violín te cuentan cómo son, de dónde vienen, como suenan y mucho más. Nosotros te enseñamos cómo se cuidan, dónde tienen el alma, quién las cura... buscamos un tesoro... y hacemos este blog.

domingo

Os presento al Contrabajo


¡Ya tenemos el libro impreso, qué emoción! Sólo falta mezclar y pulir el CD, aunque a mí y a Cato ya nos suene bien como se grabó.

-Pero, Pizzi, es que nosotros no tenemos oído.
-Exacto, Cato, sólo tenemos orejas. Una al lado de la otra.  
Para que vayáis haciendo boca, le he pedido a la “secre” que os  ponga fragmentos del libro, ahí va el primero. ¡Señor Contrabajo, su turno!



Ilustraciones de Núria Rodríguez


Huy, qué nervios. Hola, soy el Contrabajo.
 
Se podría decir que mi madre fue una viola da gamba y mi padre un violone bajo.

De mamá heredé los hombros caídos, el cuerpo de curvas suaves y la cintura.

De papá, el cuello hacia atrás, el caracol del clavijero, las cuatro cuerdas y las aberturas en forma de efe.

Por mi talla XXL, la orquesta pasaba de mí. Hasta que el contrabajista
Domenico Dragonetti le mostró mis encantos a su amigo Beethoven, que me incluyó en fragmentos de sus Sinfonías, y Schubert me adoptó para su quinteto La Trucha...
 
....y hasta aquí os puedo contar…

sábado

El nacimiento de "Las Cuerdas"


Todas las ilustraciones son de Núria Rodriguez


Una tarde de verano a viola se le ocurrió que podríamos hacer un libro sobre los instrumentos de cuerda más numerosos en la orquesta: contrabajo, violonchelo, viola y violín.

-¿Dónde se ha visto que dos ratones medio loquitos y unos instrumentos de cuerda hagan un libro? - se burló  la guitarra.

No os quiero aburrir con las discusiones que generó en el grupo la idea de viola, sólo deciros que al día siguiente nos pusimos en marcha. 
Piano con sus ochenta y ocho dedos tecleaba en dos portátiles a la vez la información que le aportaba cada instrumento.
Los arquitos traían bocatas, refrescos y helados. Arpa tomaba notas con su letra antigua y curvada.
Mientras, clavicémbalo repetía pesimista: “Esto no va a salir bien, esto no va a salir bien…”
 


 
Cato navegaba por internet y yo, Pizzi, me convertí en un ratón de biblioteca.

Cuando tuvimos una montaña de papeles y la cabeza como un tambor de tanto pensar cómo íbamos a elegir, ordenar y contar todo lo que habíamos recopilado sin que los niños lloraran de aburrimiento, aparecieron ellas

Núria, la ilustradora. Nos gustó su sonrisa, aunque nos tuvo que prometer que aceptaría  nuestras condiciones:


Nos dibujaría siempre guapos y graciosos en diferentes escenarios y con  tinta y acuarela. Y no le importaría repetir los dibujos hasta que quedáramos satisfechos.
 
-Acepto- dijo con una sonrisa de las suyas, y sin más, se puso a esbozar distintos modelos de orejas para mí y Cato.


Y Tesa, la escritora. Nos pareció lo suficiente  chiflada como para meterse en esta historia. Aunque tuvo que comprometerse a:


Respetar nuestro estilo, no enfadarse por querer decirlo todo con pocas palabras. Y aceptar que los coordinadores del proyecto éramos dos ratones.
 
-¡Vale, chavalitos! He tenido peores jefes –fue todo lo que dijo y se puso a currar.
 
Y así fue como el libro ilustrado y musical  “LAS CUERDAS”, que está a punto de nacer,  empezó su aventura. 

(continuará)