Somos Pizzi y Cato y hemos ayudado a escribir un libro muy chulo y musical, para niños a partir de 7 años: se titula "LAS CUERDAS"

En el libro, Contrabajo, Chelo, Viola y Violín te cuentan cómo son, de dónde vienen, como suenan y mucho más. Nosotros te enseñamos cómo se cuidan, dónde tienen el alma, quién las cura... buscamos un tesoro... y hacemos este blog.

viernes

En busca del Tesoro. Pista 5. La Muralla China



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Estábamos atrapados en aquella gruta marina. Cuando el agua me rozó los pies, cerré los ojos dispuesto a despedirme del mundo, del queso, de las galletas de perro, de la música, de mi única familia…

-Adiós hermanito, siempre te querré…

-Cato, ¡por nuestra madre, abre los ojos y mira eso!

A la altura de mi oreja una hormiga gigante con un casco de obras en la cabeza empezó a cantar:

Cinco lobitos tiene la loba,

blancos y negros,

detrás de la escoba…

…mientras tropecientas mil hormigas más venían hacía nosotros sobre un puente colgante de algas que habían construido a la velocidad de la luz.

La hormiga jefe nos depositó con sus pinzas sobre una especie de trono. A un movimiento de sus antenas, las tropecientas mil hormigas, entonando cual coro de cosacos los cinco lobitos, nos dejaron sanos y salvos en el exterior.

¡Qué locura! El exterior ya no era el mar, sino China, y las tropecientas mil hormigas transportadoras se habían convertido en unos cuantos lobos que aullaban y reían a nuestro alrededor, bailando como los caníbales de los tebeos cuando cuecen a los exploradores en la olla.

-Pizzi, no sé si estos lobos tan simpáticos comen ratones, pero ¿y si nos vamos ahora que están distraídos?

Nos disponíamos a descender del trono, cuando empezó a sonar un dúo de viola y violín.

Los lobos dejaron de aullar y, haciendo una gran reverencia, agarraron el palanquín con nosotros a bordo como marajás y enfilaron La Muralla China al ritmo de la música. Moviendo suavemente la cola con mucha gracia.
-Uno, dos…

-¿Llevas el compás, Pizzi?

- No, Cato, cuento los lobos, son cinco… Seguro que estamos en la pista 5. Así que relájate,  ellos siguen el sonido de la música y nosotros también.

-La música es chula, Pizzi, pero yo tengo hambre... y no se ve el final de esta muralla.

- Porque tiene 8.851,8 kilómetros, una pasada.

Iba a llamarle de todo al pedazo de muralla que debíamos atravesar, cuando un lobo asomó el hocico y me dijo señalándome con una de sus patas.

-Tú tenel hamble. Yo tlael galletas de pelo para ti. Yo sabel que tú gustal.
En unos minutos, apareció el lobito con una bandeja de nuestras galletas de perro favoritas.
Comimos. Cerramos los ojos. La viola y el violín seguían conversando. ¡Qué música más aventurera! Y mecidos por la melodía y por el balanceo de nuestros porteadores nos dispusimos a disfrutar del viaje.  

El tesoro estaba cerca, y por una vez no había peligro.  

-Yo querel más galletas de pelo… y taquitos de queso- grité por encima de la música.

- ¡Malchando una de galletas de pelo con queso!

-Ja, ja, ja, esto de buscar tesoros me empieza a gustal 

(Continuará)