En la pista 2 nos quedamos en el bote de remos de unos
esqueletos piratas. Con Cato temblando, agarrado
a mi cuello como una bufanda, y a las puertas de una inquietante y ¿escalofriante...
...Gruta Encantada?
Entramos
en el estrecho túnel de roca negra con apenas espacio para los remos. Los
esqueletos piratas por fin dejan de hacer el tonto y se concentran en la navegación del
bote.
Sólo
se oye el chapoteo de los remos, plas, plas, plas y los suspiros de Cato, que
parece más relajado, hasta que una extraña melodía de violonchelo
y piano nos hace dar un salto.
A
partir de ese instante, la cueva se ensancha y se lleno de haces de luz y
sombras misteriosas.
Los
3 esqueletos dejan los remos, nos dan dos besos a
cada uno, se lanzan al agua haciendo la bomba y desaparecen.
¡Tres
esqueletos, claro, la pista 3! El tesoro está más cerca, Cato, anímate.
Nos
quedamos solos. La música sigue sonando, y nuestro bote de remos se mece a su
ritmo. Y... ¡no
me lo puedo creer, Cato se queda dormido!
No me gusta nada lo que veo: la silueta de un calamar gigante a través del agua cristalina. De repente, un
tentáculo plateado se abalanza sobre el bote con malas intenciones. Cato se
despierta de golpe, agarra uno de los remos y le da un buen mandoble.
El
calamar se sumerge gimiendo como un
perrillo asustado. Uy, Uy, Uy.
-No
puedo más, estoy harto de tantos sustos.- grita Cato- A ver, el siguiente.
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Ilustraciones de Núria Rodríguez |
De
la nada, aparecen unas sardinas vestidas con tutús de ballet que, apoyándose en sus colas, danzan al ritmo de
la música alrededor de la barca.
Desde
las rocas, unas conchas se abren y cierran mostrando el brillo de una perla. Y en
un saliente, una orquesta de caballitos de mar sopla por unas caracolas emitiendo
un sonido parecido a un murmullo.
Después
de asistir a semejante espectáculo con los ojos como platos soperos, a Cato le
da un ataque de risa.
-Cato,
¿estás bien? –le digo preocupado.
-Sí,
Pizzi, estoy encantado. Esto es sólo un sueño. Es demasiado loco para ser
verdad.
-No
es un sueño, Cato. Estamos en una gruta encantada …
…
Una sombra nos cubre sin darme tiempo a acabar la frase.
Alzamos
la vista y…
…
¡qué cosa más horrorosa! Un murciélago gigante con sus alas extendidas nos mira
como sólo se mira a un exquisito manjar.
-¡Aaaaghgh!
- Gritamos a la vez como dos siameses unidos por el terror.
Aaaaghgh Aaaaghgh Aaaaghgh Aaaaghgh Aaaaghgh…
nos contesta el eco.
(Continuara)