Si
estás leyendo este post es que has sobrevivido a las comilonas festivas, a los achuchones
familiares y a los villancicos con letras locas de peces que beben y vuelven a
beber…
Pizzi
y Cato me han pedido que haga el último post del año. Los muy frescos están de vacaciones en la nieve con sus amigos y un
pavo.
¿¡Has
dicho pavo!?
He
dicho pavo, sí. No seas impaciente que ahora te cuento:
Y
¿cuando salimos nosotras? ¿Esta historia no se llama el blues de la cebolla?
Si
no queréis acabar en un guisado, quedaos calladitas que el relato empieza ya:
Érase
que se era... que a Pizzi y Cato les toca en una rifa un hermoso pavo vivo en la tienda del barrio donde compran sus viandas.
Pizzi
se entusiasma. Por fin va a poder variar el menú navideño. Sin perder un minuto, invita a todos sus
colegas y amigos a probar su exquisita receta de “pavo a la virulé encebollado”
Los ratoncillos dejan
al pavo atado a la pata de la mesa de la cocina y se disponen a
adornar la casa, sacar brillo a su vajilla festiva y demás tareas prenavideñas.
Agotados
de tanto trajín, se van dormir muy temprano.
Pizzi duerme como una piedra, sin actividad cerebral que lo inquiete. Pero los sueños de Cato se pueblan de pavos de Navidad vivos y asados
que lloran y lloran y vuelven a llorar.
Al
alba, Cato salta de la cama. Pizzi ya está en la cocina preparando sofritos.
-Detente,
hermano. No podemos cocinarlo. Míralo, Pizzi, está llorando -dice señalando al
pavo.
-Claro
que está llorando. Estoy cortando cebollas y ¡todo el mundo llora cuando se cortan
cebollas!
-No
podemos hacerlo, Pizzi. Este pobre pavo lloraba en mis sueños con un algo en el sonido que te
partía el corazón…
…Era
algo así como: bua, buaaaa, buaaa, pim, buaaa, buaaa, pom.
Total,
que el pavo se libra de la cazuela. Y el día de Navidad, todos los invitados degustan
un gran queso XXL compartiendo mesa y mantel con ¡un pavo vivo!
Todos incluído el pavo llorón beben
ambrosía ratonil, cantan villancicos con letras chaladas, y picotean galletas de perro gourmet bañadas
en salsa reducida de quesitos al rocío mañanero.
Y como este cuento me ha quedado chulo, id a buscar cualquier bebercio apto para
vuestra edad, y en nombre de todos los colaboradores de nuestro libro "Las Cuerdas", de Núria la ilustradora, de mis queridos Pizzi y Cato
y del mío propio…
…y
de todas las cebollas… a las que tanta lágrimas debéis.
Vale,
también de las cebollas…
Brindemos
por la amistad, porque en 2015 se acaben los deberes del cole y sea un año divertido
y venturoso para vosotros, vuestras familias y profes.
¡Hasta
el año que viene! Un montón de besos
(Ilustraciones Núria Rodríguez.
Fotomontajes y textos Tesa)